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Sólo ‘sí’ es ‘sí’, pero no todos los ‘sí’ son ‘sí’

Si miramos en el diccionario, el concepto ‘consentimiento’ hace referencia a la “voluntad acorde de las partes para actuar de una manera u otra en una circunstancia en concreto”. Una definición clara y concreta que, en un primer momento, puede parecer que no da lugar a dudas. 

Nada más lejos de la realidad; si nos adentramos en el terreno de la sexualidad, aparecen todos los matices. 

¿Todo el mundo está capacitado para consentir?
¿Cómo, cuándo y cómo se debe expresar el consentimiento para que éste tenga validez?
¿Cómo se determina si existen factores condicionantes que puedan estar atentando contra la voluntad y la capacidad de tomar la decisión de consentir libremente? 

No son interrogantes abiertos, son quizás preguntas difíciles de contestar en todos los casos, pero requieren de respuestas concretas. Así, podríamos decir que la definición necesaria es, en cierta manera, no solamente la del concepto ‘consentimiento’, si no la del concepto ‘capacidad para consentir’. 

Porque hay casos en que una de las partes no tiene la capacidad necesaria para consentir y es entonces cuando ni tan siquiera un ‘sí’ significa ‘sí’.

Condiciones para un ‘sí, quiero’ válido en una relación sexual

Cómo, dónde y con quién mantener una relación sexual es una decisión individual que debe ser respetada siempre.

Sin excepciones. 

Y es una decisión que debe expresarse explícitamente, con claridad, en positivo y de manera consciente y voluntaria. Una decisión que debe expresarse más de una vez ya que está en constante revisión: lo que pudo ser un ‘sí’ en un momento en concreto, luego puede ser un ‘no’.
Sólo si se cumplen todos y cada uno de estos requisitos, la relación sexual será lícita y no violenta. 

Y no hay excepciones posibles. 

Un silencio, es un no. Una duda, es un no. Una resistencia, por mínima que sea, es un no. Un miedo, también es un no.

Y el ‘sí’ solamente será válido si existe la consciencia necesaria para pronunciarlo. Esto es: madurez (hablamos de la edad), claridad de pensamiento (nos referimos a que no puede haber ningún abuso de drogas, alcohol o cualquier elemento tóxico), y capacidad intelectual (es decir, que no existe deficiencia cognitiva que inhabilite a la persona para tomar decisiones conscientes sanas). 

Entonces, si en una relación alguna de las personas es un niño o una niña, no existe la posibilidad de relación sexual. No existe la madurez imprescindible y esto significa que será, siempre, abuso y violencia. 

Consentimiento y vulnerabilidad, conceptos complementarios

El comportamiento y la toma de decisiones por parte de cualquier persona viene determinada tanto por las emociones como por el pensamiento. Esto significa que el cómo nos sentimos y a qué nivel somos capaces de comprender nuestro entorno, va a tener una influencia directa en nuestras actuaciones y nuestras decisiones. 

Un niño, o una niña, está en pleno proceso de crecimiento. Está descubriendo el mundo, adentrándose en él, está empezando a entender cuáles son las consecuencias de los actos. Sólo empezando. Va a ser necesario el paso de los años, la acumulación de experiencias y aprendizajes, para que pueda calibrar todo aquello que le rodea, entender sus significados y ser capaz de tomar decisiones conscientes.

Antes de que este niño o niña crezca, va a ser imposible que pueda decidir o consentir cualquier acción sin estar siendo víctima, de una u otra manera, de influencias no procesadas. 

En todos los ámbitos, en el sexual también, si en una relación hay una persona adulta, ésta va a tener, quiera o no, sea o no consciente de ello, un poder de persuasión sobre la conducta del niño, niña o adolescente. Es inevitable. El adulto tiene el poder de seducir e impresionar a los niños por definición, es algo que viene implícito a la diferencia de edad y de experiencias vitales. 

Esto significa que en cualquier relación entre una persona adulta y una no adulta, esta segunda va a ser vulnerable. Porque la presencia y el poder implícito del adulto va a influir en su capacidad de decidir, y también porque esta es, precisamente, una de las acepciones del concepto que hemos comentado al principio: entre un/a adulto/a y un/a menor, el consentimiento del niño/a no va a poder ser, nunca, ni del todo consciente ni del todo voluntario.

Es decir: el consentimiento no va a poder ser y no existe la posibilidad de mantener una relación sexual. En este caso será, siempre, una relación de violencia y abuso. 

Si crees que podemos ayudarte o tienes alguna duda, llámanos al 93 642 53 81, o envíanos un correo a info@angelblau.com.

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