No hay mejor indicio de la vitalidad de un país que el estado psicológico de su juventud. Esto favorece la armonía familiar y, en consecuencia, la armonía de la sociedad.
Proteger a los niños del flagelo del abuso sexual, con el que me he enfrentado personalmente, es una misión delicada y compleja. Mi desafortunada experiencia, grabada para siempre en mi memoria, ha sido una fuente de energía, alimentando el deseo de luchar incansablemente contra un fenómeno a menudo devastador.
Militante en el terreno desde los años setenta, durante mis investigaciones descubrí que la pedofilia es un tema difícil de abordar, ambiguo y sujeto a controversia.
Actuar sobre las causas.
Atreverse a hablar sobre esto es darse la oportunidad de tratar y dominar en profundidad el problema del abuso sexual para combatirlo mejor. La conciencia de esta falta de discurso dio origen a la asociación L’Ange Bleu, que me permitió organizar mejor y estructurar mis esfuerzos.
Formo parte de las instituciones y asociaciones afectadas por esta problemática. El apoyo de los representantes de la nación francesa, así como los de personalidades eminentes del mundo médico, legal y social, refuerzan mi motivación para llevar a cabo esta acción.