La atracción sexual hacia menores, conocida por el público en general como pedofilia, constituye uno de los temas más complicados de abordar en nuestra sociedad.
Depredador sexual, pederasta o agresor sexual se utilizan indistintamente en muchos enfoques profesionales y conversaciones coloquiales como sinónimo de pedófilo.
Por el contrario, en nuestra opinión, estos calificativos se utilizan de manera errónea, ya que la pedofilia no es un delito y todas estas palabras (depredador sexual, pederasta o agresor sexual) asumen en su significado haber cometido un acto delictivo contra la libertad e indemnidad de un menor.
Generalmente, nuestra sociedad pone énfasis en la peligrosidad del pedófilo criminal y olvida el pedófilo abstinente, el que nunca pasará al acto.
Aunque ambos fenómenos puedan estar sujetos a cierto grado de relación, no deberían solaparse: la historia de la pedofilia no se puede reducir a la historia de la pederastia y el abuso sexual infantil.
El Grupo de Palabras para las personas pedófilas
El hecho de escuchar y sentir el relato de las víctimas, hace que no solo conecten, sino también vivencien, las consecuencias de haber sufrido abuso sexual, sintiendo el dolor de la otra persona y pudiendo empatizar con él.
Este hecho refuerza su posición de pedófilos abstinentes: sienten atracción hacia menores, pero nunca les han hecho ningún daño, y así quieren seguir viviendo.
Hablando se rompe el silencio y se explica aquello que más miedo da, sin ser juzgado/a.
Empiezas a poner palabras a vivencias dolorosas, que se han enquistado en el día a día, y que generan mucha soledad y tristeza.
Cuando la persona que ha sufrido abusos sexuales, puede observar el dolor que su relato despierta en los pedófilos participantes, experimenta un efecto sanador que favorece el acercamiento y la empatía con el sufrimiento del otro.
Aquello que hacía que se sintiera culpable, se diluye o desvanece, y pasa a comprender, en esencia, que la responsabilidad total fue del otro, de la persona que abusó de ella en su infancia.
El hecho de participar en el “Grupo de palabras” ofrece la oportunidad de revivir dolores y miedos incapacitantes que, en un contexto de confianza y seguridad, se vuelven más manejables.
Lo más importante; la atención y la escucha
La atención y la escucha que se les ofrece, ya sea de forma telefónica o a través de la correspondencia, desemboca generalmente en unos diálogos que se prolongan en el tiempo.
Cabe señalar que el apoyo personalizado y exhaustivo permite limitar, de alguna manera, las consecuencias del abuso sexual, evitando así que el sufrimiento y las secuelas post traumáticas, se cronifiquen.
Sin embargo, el apoyo de ÂngelBlau no sustituye la función del / la terapeuta, y aquellos casos que así lo precisen, son derivados a profesionales especialistas en atención psicológica de pedófilos, y de víctimas de abusos sexuales.