¿Qué es la limerencia?
La psicóloga estadounidense Dorothy Tennov introdujo este término en su libro Amor y limerencia: la experiencia de estar enamorado (1979), vinculándolo a una atracción romántica incontrolable hacia otra persona, que provoca, literalmente, «enfermarse de amor».
La investigación posterior define la limerencia como un desorden psicológico caracterizado por pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo-compulsivos, focalizados en una necesidad excesiva de reciprocidad por parte de la persona objeto de deseo.
Estar enamorado tiene que ser una sensación placentera
El enamoramiento es un estado emocional muy intenso, que afecta tanto física como mentalmente, ya que provoca la liberación de altas cantidades de endorfina, dopamina, oxcitocina y serotonina, hormonas que causan sensaciones de alegría, excitación y plenitud.
Sin embargo, se trata de una etapa transitoria, cuya vehemencia va aquietándose progresivamente para dar paso a un período de estabilidad emocional que afianza la relación (o que demuestra su inviabilidad).
De ahí que, si en la fase inicial de un vínculo romántico es normal sentirse abrumado por la fascinación que ejerce sobre uno la persona amada, ello va disminuyendo de manera natural hasta desaparecer.
En cambio, cuando no solo persiste, sino que incluso se agrava mediante una fijación absoluta en el otro, el amor deja de ser algo que produce bienestar y se convierte en un problema.
Diez síntomas clave para detectar la limerencia
Puesto que el individuo que se constituye en interés de la persona aquejada de limerencia se convierte en el centro de su existencia, hasta el punto de provocarle insomnio o pérdida de apetito, se puede creer erróneamente que se trata solo de un enamoramiento muy exaltado.
Asimismo, dado que se siente una necesidad irreprimible de recibir la atención del otro, es fácil de confundir con la dependencia emocional.
Sin embargo, en ambos casos (enamoramiento y dependencia emocional) no existe obsesión, que es lo que determina la limerencia.
Diez son los síntomas clave que permiten detectar esta alteración mental:
- Pensamientos circulares en torno a la persona amada
Todo cuanto acontece en la vida de quien sufre limerencia, desde lugares, trabajos, distracciones o sucesos, le recuerda inevitablemente al ser amado.
Y tiene pensamientos recurrentes y obsesivos en torno a él, tratando de descubrir si es o no correspondido.
- Miedo al rechazo
El posible rechazo del otro resulta una perspectiva tan horrenda que provoca miedo real, manifestado con síntomas de aguda ansiedad: mareos, taquicardia, temblores, hiperventilación…
- Conductas compulsivas
Dicho miedo lleva a conductas compulsivas, cuyo propósito subconsciente es comprobar en todo momento cuáles son los sentimientos de la otra persona, yendo desde hacerle insistentes preguntas sobre lo que siente hasta escribirle mensajes para controlarle, llamar su atención y estar siempre en contacto, y pasando por implicar a terceros (amigos, familiares…) con recalcitrantes preguntas sobre la relación.
- Euforia ante indicios de atención de la otra persona, sean estos reales o no
Aunque esto suele pasar también durante el enamoramiento, en el caso de la limerencia se deforma desproporcionadamente la realidad para autoconvencerse de que cualquier detalle del comportamiento de la otra persona es una prueba de su reciprocidad amorosa.
- Darle vueltas constantemente a los momentos vividos con esa persona y fantasear sobre los que depara el futuro
Quien padece limerencia puede pasarse horas y horas en su mente, recreándose en sus fantasías y recuerdos, todos centrados en su objeto de interés, y descuidando el resto de aspectos de su vida.
- Ausencia de control emocional
Dado el alto grado de obsesión y ansiedad que provoca la limerencia, la persona está desequilibrada mental y emocionalmente, lo que hará que piense, actúe y reaccione de forma anómala e inestable.
- Incapacidad para dejar de pensar en la otra persona
Se piensa en el otro de forma compulsiva y automática, sin control alguno sobre ello; y a menudo se trata de pensamientos negativos, causados por el miedo al rechazo.
- Deificación de la persona amada
Aunque, cuando estamos enamorados, quien más quien menos idealizamos a nuestro amor, en la limerencia es tan elevada la distorsión de la persona querida que no se asume que sea capaz de tener defectos, por lo que se pueden llegar a tener conductas agresivas cuando se escuchan críticas sobre ella.
- Ideas suicidas ante la posibilidad de ser rechazado
Como lo único que da sentido a la vida de quien sufre de limerencia es la persona a la que cree amar, la posibilidad de no ser correspondido le lleva a pensamientos suicidas, porque, más allá de su objeto de deseo, no hay nada.
- Ansiedad, falta de autoestima y depresión
Cualquier obsesión intensa genera ansiedad; si a ello le sumamos el hecho de que la necesidad de ser reciprocado provoca una caída en picado de la autoestima, al pensar continuamente en los méritos o deméritos que se poseen para obtener el amor del otro, es habitual desarrollar depresión.
Relaciones tóxicas y rupturas traumáticas
Puesto que esta problemática consiste en una fijación total en una persona, es posible que se la conozca poco, o incluso nada, pudiendo conducir, en casos extremos, al acoso.
Por otro lado, si efectivamente existe una relación, pronto será desequilibrada, ya que la fase de apasionamiento amatorio será superada por el ser querido, pero no por los afectados de limerencia.
Por ello, es habitual que se sientan atraídos, bien por gente narcisista y carente de empatía, a quienes adoran bajo el convencimiento de haber hallado a la criatura más maravillosa del mundo, o bien con problemas (ludópatas, alcohólicos, drogadictos…), a quienes se aprestan a facilitar todo su apoyo, obviando por completo sus propias necesidades personales.
Además, si se produce una ruptura, el individuo con limerencia no se resignará y hará cuanto esté en sus manos por reanudar la relación, perdiendo por completo el control de sus actos.
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