La importancia de la investigación de la pedofilia
Michael C. Seto es psicólogo forense, sexólogo y autor de varios libros divulgativos. Desde Canadá, Seto centra sus investigaciones en la pedofilia y los delitos sexuales cometidos contra menores, poniendo especial atención en la evaluación de riesgos y la definición de programas de prevención y tratamiento.
A continuación, resumimos uno de sus artículos: ‘Pedofília’. Un texto que se puede leer en su versión original en el número 5 de la revista ‘Annual Reviews of Clinical Psychology’ y al que se puede acceder a través de este enlace.
Primero, la definición del concepto
El concepto ‘pedofilia’ se define como un interés sexual persistente en niños preadolescentes. La persona pedófila tiene fantasías y siente excitación y atracción sexual hacia menores de edad.
Tradicionalmente, se asocia la pedofilia con una ofensa sexual contra los niños. Sin embargo, las cifras y varias investigaciones policiales y de bienestar infantil ponen esta afirmación en tela de juicio.
De hecho, lo que se ha podido constatar al analizar la problemática es que, por un lado, las personas que están sexualmente interesadas en los niños no tienen por qué actuar de acuerdo a este interés. Y, por otro lado, que las personas que cometen delitos sexuales contra menores no son siempre pedófilas.
Es más, en prácticamente la mitad de los casos, se trata de personas con hipersexualidad, intereses sexuales indiscriminados o la desinhibición como resultado del consumo de sustancias.
El problema en la definición del concepto es, precisamente, el miedo y la indignación que provoca la pedofilia.
Se concibe como sinónimo a una ofensa contra los niños y no se trata debidamente.
Dejarse llevar por estos sentimientos y no hacer el trabajo necesario para comprender su etiología, no obstante, nos va a impedir desarrollar estrategias eficaces para prevenir los delitos sexuales contra menores.
El diagnóstico
Hay que tener muy presente que la pedofilia se puede diagnosticar aunque no exista comportamiento sexual que involucre a niños.
De la misma manera que podemos reconocer la orientación heterosexual u homosexual de una persona aunque esta sea célibe toda su vida, podremos detectar tendencias pedófilas a partir de la información sobre los pensamientos, fantasías, impulsos, excitación o comportamiento sexual de una persona.
Existen varios métodos para determinar si una persona es pedófila:
- Autoinforme:
Es el método más directo para evaluar los pensamientos, fantasías e impulsos sexuales de una persona y consiste en una entrevista clínica o un cuestionario.
El problema obvio que presenta este método es que, por miedo a posibles sanciones sociales, la persona mienta. - Historial de comportamiento sexual:
Hay varias cuestiones a tener en cuenta. El uso de pornografía infantil, por ejemplo, o si han existido parejas sexuales adultas. También puede ser relevante el historial de relaciones románticas adultas de la persona y la comodidad social con la que se vive. - Tiempo de visualización
Hacer el ejercicio de mostrar imágenes de niños, niñas, mujeres y hombres, con y sin ropa, y analizar el tiempo de visualización que se dedica a cada imagen, también puede dar indicaciones. Además, también se pueden hacer preguntas sobre cada imagen, como qué tan atractiva o interesante es la persona representada. - Falometría
Es la medición de las respuestas del pene a estímulos distintos, a partir de una serie de imágenes que muestran a niñas, niños, adolescentes y adultos hombres y mujeres.
En todo caso, hay que tener en cuenta que no son métodos infalibles. Cada uno de ellos puede contribuir con algo único a la evaluación de pedofilia y debemos saber que confiar en una fuente identificaría grupos de individuos diferentes, aunque superpuestos.
El diagnóstico es, por este motivo, un trabajo complejo que comporta tener en cuenta múltiples factores. Y en este sentido todavía necesitamos más investigación sobre cómo combinar de manera óptima la información obtenida a través de diferentes métodos de evaluación.
El riesgo de la pedofilia
Aunque ser pedófilo no implica actuar, y aunque muchos delincuentes sexuales contra niños no son personas pedófilas, sí que se debe admitir que la pedofilia es un factor de riesgo importante en la predicción de la reincidencia entre los delincuentes sexuales.
Es decir, los delincuentes sexuales pedófilos tienen más probabilidades de reincidir sexualmente que los delincuentes sexuales no pedófilos.
El caso es que la pedofilia es una preferencia sexual estable que es poco probable que cambie. Por este motivo, debemos diseñar intervenciones destinadas a aumentar el control voluntario sobre la excitación sexual, reducir el impulso sexual o enseñar habilidades de autocontrol a las personas que están motivadas para evitar actuar de acuerdo con sus intereses sexuales.
El problema es que la eficacia de los tratamientos psicológicos para reducir la reincidencia de los delincuentes sexuales no ha sido demostrada científicamente. Los delincuentes pueden aprender a controlar voluntariamente su excitación sexual, pero la preferencia sexual subyacente por los niños preadolescentes puede permanecer sin cambios.
Eso sí, aprender a controlar su excitación sexual hacia los niños puede ayudar a las personas motivadas a abstenerse de cometer delitos sexuales.
Tampoco los tratamientos antiandrógenos o la castración quirúrgica se han demostrado suficientes. Además de controvertidos, no han presentado evidencias de éxito. Por algo tan simple como que muchos delitos sexuales no involucran al pene. Es decir, que es posible que la reducción del deseo sexual no afecte a los hombres que se sienten atraídos románticamente por los niños y que satisfacen sus necesidades de relación manteniendo contactos continuos con los niños.
La prevención, la clave
Si la pedofilia no se puede curar con los tratamientos disponibles, está justificado invertir en esfuerzos para prevenir la pedofilia o para prevenir los delitos sexuales contra los niños por parte de individuos pedófilos.
Primero, más investigación.
Después, más concienciación.
Y, a continuación, programas de prevención enfocados especialmente a personas en riesgo.
Destinar más recursos a la investigación científica; definir programas de prevención primaria, que enseñen a niños y niñas la diferencia entre contactos aceptables e inaceptables; programas de prevención secundaria enfocados a personas en riego, como por ejemplo la campaña estadounidense STOP IT NOW!, que busca captar la atención de personas que corren el riesgo de cometer delitos sexuales contra los niños y convencerlos de que no lo hagan.
* Lee el artículo original:
‘Pedofília’, de Michael C. Seto. ‘Annual Reviews of Clinical Psychology’