ENTREVISTA A UN USUARIO DEL GRUPO DE PALABRAS
UN TESTIMONIO DESDE LA PEDOFILIA Y LA PEDERASTIA
Existen testimonios de víctimas, pero creo que es muy importante que existan también testimonios de personas pedófilas y pederastas para que personas como yo, obtengan las respuestas y la ayuda necesaria.
La escolarización que tuve fue en un colegio religioso y sesgado. Con el despertar del deseo sexual, no tuve una educación afectivo-sexual de calidad y mi entorno no la favorecía. Era una persona introvertida y esto generó que interiorizara y configurara un “personaje” tímido e inseguro que se decía a sí mismo que no valía para nada y que me ha acompañado durante muchos años. Mis déficits a nivel social y el miedo al rechazo, hacían que me sintiera excluido e invisible. Todas estas etiquetas que me atribuía fueron la causa por la cual no tuve relaciones serias.
Las primeras atracciones fueron hacia niñas de mi edad a los 11-12 años y ya con 18, me di cuenta de que la atracción que sentía no era normal. En ese momento, le resté importancia y mantuve la atracción y deseo hacia niñas más pequeñas que yo.
Vivía a escondidas en este mundo oscuro de la pederastia sin saber cómo llevarlo o trabajarlo. Durante estos años nunca nadie sospechó sobre mi atracción y tampoco lo compartí. Vivir con ello para mí no ha sido fácil porque me generaba rabia y tristeza. Intentaba dejarlo, pero recaía en el visionado de Material de Explotación Sexual Infantil (MESI).
Tengo clarísimo que, sin ayuda, salir de esto es imposible. La siguiente pregunta evidente es: si tienes claro que necesitas ayuda, ¿por qué no la pediste?
En primer lugar, por vergüenza. Dar el paso y decir que sientes atracción por los menores no es fácil, pero no es excusa; puedes decidir no contárselo a tu entorno y, por otro lado, está mi derecho a la confidencialidad por parte de los profesionales.
Creo que otro problema importante es que al consumir MESI, por no estar amenazando u obligando a nadie, llegas a normalizar estas prácticas y no detectas el delito. Es como una adicción en la que cada vez necesitas más hasta que al final eres capaz de embaucar a un menor, engañarlo y tocarlo. Ahí fue cuando se descubrió mi secreto y fui denunciado. Destaparlo fue una liberación traumática porque no sabes qué pasará, cómo trabajarlo, llevarlo o afrontarlo con tu entorno. Pensé: “se acabaron todos estos años de no saber qué hacer”.
En ese momento, mi psiquiatra fue mi salvación porque fue él quien tranquilizó a mi madre y también me tranquilizó a mí. Me explicó que era pedófilo y dijo era una cuestión que podía trabajar, controlar y que a pesar de ser algo que me iba a acompañar toda la vida, podría vivir felizmente con ello sin hacer daño a nadie.
Antes de este momento, pensaba que la pedofilia era incontrolable y no la comprendía. Cuando estaba en libertad provisional esperando el juicio, a través de la televisión conocí ÂngelBlau y me vinculé a la entidad. A pesar de saber que es algo que necesitaré trabajar siempre y que deberé mantener la alarma activa de por vida, encontrar respuestas me dio tranquilidad y seguridad. Soy consciente de que, si bajo la guardia, puedo recaer.
Mi primer Grupo de Palabras, después de escuchar el testimonio de las víctimas, tuve la necesidad de explicar el mío. Fue muy liberador.
Naturalmente, desde la posición que estoy, es muy difícil que las víctimas puedan confiar en mí, pero puedo hacer pequeñas aportaciones que permitan apropiarme de la culpa que llevan encima; somos nosotros quienes planificamos, engañamos e hicimos todo lo posible por tal de lograr aquello que deseábamos. Escuchar sus testimonios, ponerles cara y hablar claramente, aunque cueste, es importante para aproximarme a sus sentimientos. A pesar de los años, siguen pasándolo muy mal y esta experiencia mantiene mi alerta activa y presente.
Las víctimas no han tenido la oportunidad de preguntar a sus agresores el porqué del abuso. Siento que tienen muchas dudas sobre nuestra atracción o por qué abusaron de ellas.
En los Grupos de Palabras (GdP) tienen la posibilidad de preguntar, compartir y obtener respuestas a estas inquietudes a través de nuestro testimonio y posición. También cabe la posibilidad de que una víctima con rabia necesite desahogarse y mi participación, también sirve para eso; comprendo perfectamente que, a pesar de no ser su agresor, esto le ayude en su proceso de sanar y le ayude a sentirse mejor.
Lo que más me ha sorprendido es que haya víctimas que estén dispuestas a explicar sus vivencias con agresores delante. Es valiente, es admirable y valoro y agradezco enormemente su participación. Por este simple hecho, no puedo fallar a todas estas víctimas que sin juzgarme y desde la empatía, me permiten estar ahí expresándome. Del mismo modo, tampoco puedo fallar a mi familia y amigos que, a pesar del delito, han estado a mi lado en este proceso. Conversar con las víctimas en los GdP me ayuda muchísimo, se crea una especie de vínculo por el cual pensar en ellas, conocerlas y tenerlas presentes, hace que tenga ganas de seguir adelante, seguir mejorando, no fallarlas y no fallarme.
Cuando los pederastas entendemos que toda la responsabilidad es nuestra y de nadie más, los sentimientos que nos aparecen, además de la rabia por lo que hemos hecho, nos ayudan a empatizar totalmente con las víctimas y su dolor en el proceso de recuperación.
Aunque sea desde el anonimato, es vital poder hablar para que, pedófilos que como yo hace años busquen información en internet, vean que hay esperanza en controlar la atracción y les sea más fácil llamar y pedir ayuda. Lo nuestro no es un error, es un delito.
Antes de los GdP, recibía una ayuda dirigida a mí únicamente, más íntima. Participar me hace sentir útil, no sentirme juzgado, responder preguntas de víctimas o ayudar a otros pedófilos que, por estar en un momento del proceso más inicial, sienten miedo e incertidumbre. Esta utilidad que me aportan, me anima a seguir adelante, ser fuerte y no dar pasos hacia atrás. Ayudan a reforzar mi autoconcepto, ser valiente, confiar en mí y reafirmarme en la decisión de no recaer. Son un salvavidas que aun siendo consciente de que el trabajo y ayuda serán de por vida, por el momento, lo estoy consiguiendo. Es una experiencia que ayuda en la abstinencia.
El problema de la pedófila no es posible eliminarlo y aunque ahora soy muy consciente del problema que tengo y estoy en un momento fuerte, he elegido seguir vinculado a ÂngelBlau y participar en los GdP para reforzar mi abstinencia. Es muy sencillo volver atrás, el fácil acceso a internet es muy peligroso y por esto es importante.
Disponer de un espacio donde expresarme y hablar sobre mi pedofilia, es esencial. Actúa como una especie de recordatorio que hace que no se disuelvan, o que olvide, las razones que he expuesto anteriormente y por las cuales, decido ser abstinente; me mantienen fuerte y firme en mi decisión.
Es fundamental que personas pederastas que estén trabajando para ser pedófilos abstinentes, puedan escuchar testimonios de otras personas pedófilas para que vean que es posible no recaer y mantenerse sin cometer un delito.
El futuro lo veía muy negro en el momento de la detención, pero por suerte mi entorno me ha apoyado, tengo trabajo, una red social que estoy ampliando, ayuda profesional y lo más importante, el cambio que he hecho en mí que me da seguridad.
Acepto y soy consciente que el delito me acompañará siempre y que puede haber momentos en los que, por ejemplo, alguna amistad me confronte con esta realidad, pero lo acepto y he elegido mantenerme en esta decisión de no volver atrás.
Me gustaría decir a los pedófilos y pederastas que lean esta entrevista, a los que hayan dado el paso de iniciarse en este proceso o que quizá estén pendientes de ser juzgados, que no tengan miedo, que es un proceso del que se puede salir con ayuda y determinación. Lo más difícil es pedir ayuda y romper el silencio. Una vez has hecho esto, con ayuda profesional y entidades como ÂngelBlau como salvavidas, aférrate a ello y confía en ti mismo.